Un connotado epistemólogo estadounidense Thomas Samuel Kuhn, palabras más, palabras menos, postula que en la revolución científica un paradigma antiguo es reemplazado, completamente o en parte, por otro nuevo e incompatible, o sea, oikyra´o chupe, o sea ho´uka chupe úle. Medio forzado arranca el posteo pero la situación lo amerita.
En sucesivas entregas desde hace más de un año, venimos desarrollando el recurrente tema de los sentimientos; el amor, desamor y su metáfora: las mariposas. Las hemos visto aletear, trancarse, estimularse, sacudirse y volar. Fuimos testigo de sus más excelsos ejemplos y cultoras Carmen y Lauri; le hemos dado fuerza y tecnología con las “Mariposas robóticas”.
La teoría ha tenido seguidores y detractores, despertado pasiones, encantos y desencantos; pero, como todas las cosas de la vida, la misma llega a un cruce de caminos. Surge así una nueva visión: EL SUSPIRÓMETRO.
Si algo te gusta, estimula. Si estimula crea sinapsis, deja una marca en el cerebro. Esa marca es avivada cuando se repite el estímulo en forma de perfume, foto, canción, evocación, escrito, imagen, etc. Cuál es la respuesta, el suspiro.
Sí, parroquianos y parroquianas, los sentimientos se pueden medir con suspiros. También con mariposas, pero el suspiro llena los corazones con la brisa vivificante, nembovy´a en síntesis. No sé que dicen ustedes, dejo instalado el tema.