La rutina nos va comiendo inexorablemente de afuera para adentro; yo soy víctima de esa patología. Comienza cuando esa cosa llamada “trabajo” impone sus tentáculos sobre algo más trascendente llamada “vida” y se vuelve incontrolable cuando sus toxinas cierran los caminos hacia unos entes llamados “amigos y amigas”.
Más todavía se ve sus efectos cuando las urgencias del trabajo y la familia socavan lo poco de “maestría de la vida” que va quedando (en muchos casos) a unos años de haber iniciado tan significativa experiencia formativa y va haciendo que los mail se reduzcan, los saludos se silencien y los sueños se “enfríen” ante la impasible realidad.
Pero la esperanza se recupera y las “baterías” se recargan cuando esa llamada, la reunión del círculo, algún cumpleaños, esa voz de consuelo ante la pérdida, la felicitación ante los logros o mejor aún aquel abrazo sincero hace que el “espíritu de Viña” se materialice de nuevo.
Más todavía se ve sus efectos cuando las urgencias del trabajo y la familia socavan lo poco de “maestría de la vida” que va quedando (en muchos casos) a unos años de haber iniciado tan significativa experiencia formativa y va haciendo que los mail se reduzcan, los saludos se silencien y los sueños se “enfríen” ante la impasible realidad.
Pero la esperanza se recupera y las “baterías” se recargan cuando esa llamada, la reunión del círculo, algún cumpleaños, esa voz de consuelo ante la pérdida, la felicitación ante los logros o mejor aún aquel abrazo sincero hace que el “espíritu de Viña” se materialice de nuevo.
1 comentario:
Momentos como estos, hacen que ir al Círculo valga la pena.
Ese espíritu forjado en el hostil Campus de Rodelillo NO puede debilitarse.
Compas pongámonos las pilas y vamos al próximo encuentro, que que será muy especial pues conmemoraremos el 2º aniversario del Círculo, ocasión propicia para reencontrarnos.
Y tomo la idea de mi padre, este encuentro podría denominarse el ENCUENTRO DE LOS ABRAZOS. Así podremos recargar energías...
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