

No sé si es puro fanatismo o tekoreicismo, más bien quijotadas de lanceadores de molinos de vientos o mejor aún soñadores despiertos del país mejor; pero con cada kilómetro andado, cada foro, reencuentro y terapia de risa siento que la semilla no cayó entre piedras.



forjadas en las mil hojas del inagotable libro llamado afecto. Vaya por medio de ellos la salutación para nuestros formadores que nos esperan tras la cordillera; ahí donde aprendimos que el camino
lo andamos mejor juntando nuestros pasos. Buena estadía queridos profesores.